El licenciado en Administración, con mención en Recursos Humanos, hoy utiliza la polera Tommy Hilfiger para abrigarse del frío matinal del Callao, ciudad en donde vive con su madre, su esposa y su tercera hija. Trabaja de madrugada y acaba de llegar a casa después de tres días. En Perú es chofer de una empresa de fumigación, pero antes vendió tizana, fue taxista y antes de todo eso pelaba pollos.
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“Todos los poderes públicos fueron secuestrados. Entonces, la oposición siempre estará criminalizada, siempre será un delito disentir”, dice Gabriel Costanzo, en su pequeño cuarto ubicado en el distrito limeño de Barranco, a donde ha llegado después de una jornada agotadora de trabajo.
Ser una voz discrepante, afirma, le costó su tranquilidad en Venezuela. Hace poco más de tres años tuvo un enfrentamiento con la máxima representante del Ministerio de Asuntos Penitenciarios. Entonces comenzaron los atentados. El primero casi le cuesta la vida a su padre y el segundo fue el secuestro de su hermano.
Ser una voz discrepante, afirma, le costó su tranquilidad en Venezuela. Hace poco más de tres años tuvo un enfrentamiento con la máxima representante del Ministerio de Asuntos Penitenciarios. Entonces comenzaron los atentados. El primero casi le cuesta la vida a su padre y el segundo fue el secuestro de su hermano.
“Entregué mi cargo para que nos dejaran en paz”, revela. E inmediatamente migró a Perú. Cogió su ropa: camisas, ternos y corbatas. Sus documentos: decenas de certificados laborales y académicos. Y un sueño al regresar: “Ser parte de la reconstrucción de mi país”.
“¿Si mi familia sabe que en Perú me dedico a limpiar oficinas? No, no lo saben”, dice Gabriel Costanzo, un abogado con 24 años de trayectoria, que se desempeñó como profesor universitario y juez para el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela.
Carga tantos títulos en la maleta como ternos y corbatas, pero hoy nada de eso le sirve para su vida en Perú, en donde mas bien utiliza mameluco y requiere de trapos de franela para ejercer su labor.
A 61 años del terremoto que devastó Arequipa y dejó 63 muertos
“¿Si mi familia sabe que en Perú me dedico a limpiar oficinas? No, no lo saben”, dice Gabriel Costanzo, un abogado con 24 años de trayectoria, que se desempeñó como profesor universitario y juez para el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela.
Carga tantos títulos en la maleta como ternos y corbatas, pero hoy nada de eso le sirve para su vida en Perú, en donde mas bien utiliza mameluco y requiere de trapos de franela para ejercer su labor.
Créditos
EDITOR / Tímido.
DESARROLLO / Gruñón. EDICIÓN DE FOTOGRAFÍA / Estornudo.
INFOGRAFÍA / Sabio. ILUSTRACION / Tontín.
EDITOR DE PROYECTOS VISUALES / Blanca Nieves