El deseo vence y se dejan llevar por el instinto. Puede que decidan estacionar el carro en cualquier lugar, sin importarles que alguien pase y mire al interior (sobre todo si no tiene lunas polarizadas). O hacerlo en la arena de la playa, aun cuando los tablistas, pescadores y uno que otro bañista anden dando vueltas. O quizás, están en el cine y asumen que la oscuridad los protegerá, aunque ambos saben que en cualquier momento llegará el acomodador con su linterna.
En realidad, sobran lugares públicos donde dar rienda suelta a la libido (podemos mencionar también un parque, el baño de un bar, las escaleras de un edificio, un salón de clases, un ascensor...). La pregunta es por qué tener relaciones en un sitio donde pueden atraparte y pasar la vergüenza de tu vida. Una respuesta es la falta de dinero (a quién no le ha pasado cuando joven). Sin embargo, también es innegable que el riesgo genera adrenalina, un factor que aumenta el placer y hace más intensa la experiencia. En otras palabras, vale la pena intentarlo.