Dicen que el cuerpo femenino es una obra de arte. El masculino, sin embargo, puede ser visualmente repulsivo (sin importar qué tantos esteroides se consuman para acercarse a los estándares de ciertos realities). Aquí, algunas situaciones en las que la ropa es la mejor amiga del cuerpo y la desnudez juega en contra:
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Al levantar pesas. Los gruñidos te hacen pensar más en él sentado en el trono (sí, el baño) que bajo las sábanas.
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Comiendo alitas con las manos. Si tu fantasía era verlo empapado en sudor o aceites, qué tal encontrarlo manchado de grasa de pollo y salsa BBQ.
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Montando bicicleta. Solo podrás pensar en ese pobre asiento.
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Cuando su vestimenta se limite solo a un polo. Verlo sin nada que cubra su parte de abajo es extraño y desconcertante (de la peor manera posible), tal vez porque luce como un bebé adulto. Créenos, tu instinto maternal se extinguirá enseguida.