La Gran Muralla no tiene quién la defienda. El imperio chino del siglo XXI ya no necesita fortificaciones de piedra y ladrillo y su mayor emblema se desmorona por la falta de atención. Casi un tercio de la construcción ya ha desaparecido y los expertos ahora temen lo peor: que pase a ser un recuerdo.
El clima, el vandalismo y la dejadez han hecho desaparecer casi 2 mil kilómetros de los 7.000 de la Gran Muralla que se calcula que fueron construidos durante la dinastía Ming (1368-1644), los tramos considerados como la muralla genuina, pues fue en esa época cuando vivió su mayor longitud y esplendor, según datos oficiales publicados esta semana.