Aceptarlo no significa olvidar, para recordarlo puede visitar el lugar donde descansan los restos.
Tras la pérdida de un ser querido (la pareja, un hijo o los padres) se entra en un proceso de tristeza, el cual, si no es superado, provoca aislamiento y sumerge a la persona en una profunda depresión, que inclusive podría llevarla a la muerte. Por lo general, los más afectados son aquellos más sensibles, quienes se niegan a aceptar la muerte.
Para el psicólogo Julio Salas, director del Instituto Evolución, cuando alguien del entorno familiar muere se produce un duelo, que consiste en un proceso de separación, despedida y asimilación de su partida. Es un proceso natural y puede durar varios meses, pero en ciertos casos hay gente que nunca se logra recuperar.
Las consecuencias son muy duras para quien sufre de un duelo inconcluso, pueden entrar en depresiones, enfermedades agudas, hasta terminales, que obviamente son producidas de manera inconsciente, comenta el psicólogo, quien además recomienda que para superar este trance se deben compartir los sentimientos por la partida del ser querido con personas de confianza, expresar las emociones y soltar el apego por el fallecido, para así continuar la vida.
También puede realizar una acción en honor a la memoria del fallecido, como una especie de homenaje. Asimismo, se recomienda salir a distraerse o hacer ejercicios. En caso que eso no funcione debe buscar ayuda profesional.