Hay que ser francos: ganarle a los chilenos tiene un sabor especial: a pisco, a pisco sour, a chilcano, a picarones, a cebiche, a papa; productos nuestros que tanto los vuelve locos.
Toda esta mezcla de sabores celestiales los estamos degustando ahora mismo en un solo sentimiento, conjugado con una alegría nacional interminable, luego del batacazo que le aplicamos a los vecinos del sur y que nos permite disputar el título de la Copa América con el anfitrión, Brasil.
No sé qué magia o cábalas tiene Ricardo Gareca, pero esta selección del buen “Orejas” y del extraordinario Advíncula, solo por mencionar a dos de sus “tigres”, cohabita y juega con fuerzas imperceptibles, venidas quizá del alma o del corazón de los 32 millones de peruanos.
Llegamos a tierras brasileñas aplaudidos por la duda, entramos a cuatros por la venta, eliminamos a Uruguay con San Pedro Gallese en el arco y, desde entonces, la Bicolor fue otra, digna del podio.
Esta noche dimos cuenta de los mapochos y eso no es poca cosa. Eran los bicampeones vigentes de la copa, con su rey Arturo, con su Alexis, con su “Pitbull”, con su Vargas…Y los mandamos a su casa.
Parafraseando a Pablo Neruda, puedo escribir los versos más contentos esta noche…
Esto fue todo por hoy, cierro el ojo crítico, hasta mañana.