Martha (San Miguel, 29). Doctora, llegó a usted en busca de consuelo para mi agobiada alma. Desde hace mucho tiempo he permanecido sola por una cuestión, desde mi punto de vista, práctica. Considero que una persona es lo suficientemente preparada para construir una vida por sí misma.
He rechazado invitaciones de mis amigos a fiestas, reuniones o eventos, donde podría haber conocido a alguien. Sin embargo, no pensaría en cambiar mi situación de no ser por un terrible y mortal problema de salud que tiene mi madre.
Ella, a su avanzada edad, se preocupa por dejarme sola en este mundo. Pese a que en más de una oportunidad le he comentado lo feliz que me siento así, el entorno en el que ella creció no es el mismo en el que yo vivo ahora. Luego de la muerte de mi padre, mi madre tuvo la difícil tarea de criarme sola. Ella no dudó en dedicar su vida a mí, dejando de lado algunos sueños.
Ante todo esto, he pensado en tener una relación amorosa ficticia solo para no herirla. Incluso, sé que un amigo, a quien le gusto desde hace mucho tiempo, estaría dispuesto a ayudarme con ello. El problema surge cuando reflexiono acerca del tiempo que tendría que mantener la mentira ante mi madre.
Estoy cansada de que no crea que puedo ser feliz sola, pero tengo miedo de que esta insistencia mía termine perjudicando más su estado de salud.
No quiero engañarla con una pareja que tal vez nunca pueda hacerme feliz. ¿Qué me aconseja, doctora?